La última cosa que la mayoría de nosotros quiere escuchar o pensar cuando lidiamos con profundos sentimientos de tristeza es que el aprendizaje profundo se puede encontrar en este lugar. En medio de nuestro dolor, a menudo nos sentimos acosados por la vida, abrumados por la enormidad de la pérdida o simplemente demasiado exhaustos para intentar examinar la situación. Puede que nos sintamos demasiado decepcionados y enojados como para buscar algo que se asemeje a un lado positivo de nuestro sufrimiento. Sin embargo, en algún lugar de nuestros corazones, sabemos que eventualmente saldremos de las profundidades hacia la luz de una mayor conciencia. Recordar esta verdad, sin importar cuán esquiva parezca, puede ayudar.
La otra cosa que a menudo preferiríamos no escuchar cuando estamos lidiando con una tristeza intensa es que la única forma de salir es a través de ella. Sentarnos con nuestra tristeza requiere el valor de creer que podemos soportar el dolor y tener la fe de que saldremos del otro lado. Con coraje, podemos permitirnos atravesar el proceso de duelo con plena autorización interna para experimentarlo. Esta es una poderosa enseñanza que la tristeza tiene para ofrecernos: la capacidad de rendirnos y la aceptación del cambio van de la mano.
A través de la tristeza, también ganamos compasión por otros que están en dolor. Solo al sentir nuestro propio dolor podemos verdaderamente entender y permitir el dolor de alguien más. La tristeza es algo por lo que todos pasamos, y todos crecemos a partir de ella y nos profundizamos por su presencia en nuestras vidas. Mientras que nuestras propias experiencias individuales de tristeza llevan lecciones únicas, las implicaciones de lo que aprendemos son universales. La sabiduría que recibimos al pasar por el proceso de sentir pérdida, desamor o profunda decepción nos da acceso al corazón de la humanidad.
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